Por: Ernesto Aguiar Vaca.
Chucho E. Quintero, realizador originario de Río Blanco, Veracruz, suma a este, su nuevo largometraje de ficción, Los días particulares, a una obra que incluye títulos como Velociraptor y Panquecito, cortometraje presentado en la edición 2018 de CUÓRUM Morelia. Haciéndose un espacio como una de las voces más arriesgadas de un cine de diversidad sexual libre e independiente que se aleja de ataduras y tradiciones
Los días particulares (Mirador de CUÓRUM Morelia 2019) cuenta el fin de semana de ocho amigos aislados en una cabaña en medio de un bosque. La inmensidad de la naturaleza, reencuentra a los participantes de este “retiro espiritual emotivo sensorial” entre tensiones y viejas rencillas de su vida antes del aislamiento. Con referencias al cine de Fernando Eimbcke (Temporada de patos, 2004), la propuesta reflexiona sobre las motivaciones que los llevan a alejarse de su mundo normal en un fin de semana y reitera los universos de soledad y silencios que ya había presentado en su ópera prima.
“Quiero pensar que podemos ser un poco maduros al respecto y no cagarnos el fin de semana, ¿no?”. La tregua planteada por este personaje, Isabel, cuestiona las intenciones que tienen los personajes masculinos por redimir su pasado. Más que buscar el perdón definitivo, el argumento se embarca hacia la necesidad que tienen en reconstruir lazos de amistad o de renunciar a los mismos sin una obligación de índole moral, sino siguiendo sus propias pasiones e impulsos.
La inmensidad del bosque en el que se encuentran, se vuelve el refugio de una generación desaparecida. Uno a uno, los personajes se pierden en la naturaleza y destapan a sus congojas: el dolor por la desaparición de uno de ellos, Juan Pablo. Descubrimos que su batalla también es nuestra. Una batalla que libran todos los días las familias de los más de 40,000 desaparecidos en México.
Desde la impotencia, comprendemos el significado de esta película donde Quintero contiene a sus personajes, desnudándolos en sus prejuicios y colocándonos en un panorama en el que no tendrán más remedio que ser felices. Así se formula una nueva narrativa que propone tres ejes: la naturaleza humana, los afectos emocionales y los efectos psicoafectivos en contextos de violencia. Ante la amenaza de desaparecer, esta juventud logra conjuntarse en un autoexilio para resucitar, abrazándose de su naturaleza que los reencuentra en sus días particulares.