Por Alejandra Piña
La segunda película de los hermanos Ramon y Silvan Zürcher es tan inminente como persuasiva, siempre bajo un ojo sensible que toma cada escena y cada línea de The Girl and The Spider como un mensaje selectivo y personal.
Todo transcurre en un par de departamentos. Lisa (Liliane Amuat) se muda a un piso nuevo, dejando a su compañera y amiga Mara (Henriette Confurius), con quien aparentemente tuvo algo más que una amistad. Mara acompaña a Lisa para hacer la mudanza; sin embargo, más que ayudar pareciera estorbar, aunque realmente es el personaje de quien desemboca toda la historia.
En ambos espacios, las habitaciones se ven repletas de personas que parecieran configurar una especie de caos y estrés, como en la más reciente Shiva Baby de Emma Selgman. Por su parte, en The Girl and The Spider cada personaje secundario refuerza la importancia de la aceptación de las relaciones humanas.
En The Girl and The Spider cada personaje secundario refuerza la importancia de la aceptación de las relaciones humanas.
Es por eso que, en ocasiones, los diálogos, las escenas o el mismo montaje figuran un viaje a las entrañas de cada espectador; eso es lo interesante del largometraje. La interpretación tan transparente y representativa que cada espectador puede darle de acuerdo a las propias vivencias, es lo que hace que la narrativa sea enriquecedora y universal; podemos persuadir un mensaje diferente en cada mirada o en cada gesto de los personajes, aún cuando se trata de la misma escena y, aunque en la primera mitad de la película pudiera parecer confuso, la intención es llevar el lenguaje cinematográfico a un lenguaje diverso y sin limitantes.
Es así como vemos a Mara entablar conversaciones y acercamientos con cada persona que se encuentra en ambos departamentos, en cada edificio e, incluso, en espacios exteriores que forman parte de su cotidianidad. Cada conexión tiene un significado, hay un entrelazar de miradas y una carga sexual que parece fluir sin obstaculizar la vida de cada personaje.
A través de la mirada podemos determinar lo que una persona siente, pero también quién es.
Por otra parte, nadie puede descifrar en su totalidad lo que existe entre ella y Lisa, pero es una serie de miradas e intercambio de palabras, lo que nos puede dar una idea. Asimismo, a manera de montaje de atracción, aparecen elementos como un taladro que agujerea las calles, quizá haciendo alusión a todas esas emociones que quedaron abiertas entre ambas o que quizá no. Hay también espacios y paredes en blanco que quizá están ahí cual lienzo en blanco en espera de ser atravesado por el futuro o que quizá no. O aquellos agujeros que hace Mara en los vasos de café con lápices de colores, para después dejar que escurra todo el líquido, quizá como una manera de dejar fluir el momento todo pese a la incertidumbre o que quizá no.
Pero es la araña la que da aún más misticismo y sentido al largometraje. ¿Por qué no le temen a algo que, al verle fuera de su hábitat, con frecuencia causaría terror? Los hermanos Zürecher recurren a este elemento para demostrar que, incluso lo que nos parece fuera de su naturaleza, en realidad lleva consigo un alma tan única que podemos verla como una caricia cargada de ternura.
Y será la araña a la que vemos interactuar con personajes, además de Mara y Lisa, cuando existen momentos de tensión y de emociones interiorizadas.
Es la araña la que da aún más misticismo y sentido al largometraje
The Girl and The Spider tiene premisas e interpretaciones abiertas, una telaraña nostálgica y algo verdaderamente cierto: a través de la mirada podemos determinar lo que una persona siente, pero también quién es. Y aunque la narrativa está llena de secretos y misterios, conforme transcurren los hechos, caemos en cuenta de que aún cuando alguien pueda escuchar conversaciones ajenas –como Astrid (Ursina Lardi) al escuchar una íntima conversación entre Mara y su hija Lisa–, o ver situaciones donde la sexualidad está a flor de piel, es que lo sabemos y lo vemos a diario como si fuéramos una pequeña araña postrada en la esquina de una habitación; será la aceptación una posición que podremos tomar y eso será lo que realmente nos hará libres.
The Girl and The Spider de Ramon y Silvan Zürcher, forma parte de la programación oficial de la celebración del cuarto aniversario de Árbol Rojo: Todos los caminos llevan al sur, y que puedes disfrutar hasta el 4 de julio en Cinépolis Klic.
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