Por: Patricia Ríos
El estreno comercial de Los días más oscuros de nosotras se planea para el primer trimestre de 2021, sin embargo, este 1º de diciembre se presentará en Cinépolis Centro Morelia para celebrar el 5º aniversario de CUÓRUM.
“Los días más oscuros de nosotras fue nuestra primera película, la vemos con un amor tremendo y nos encanta que se siga viendo, que encuentre más mujeres” dice la directora Astrid Rondero junto a la productora Fernanda Valadez, quienes reflexionaron en esta entrevista acerca de aristas alrededor de la experiencia de ser mujeres en el cine: las especificidades culturales de su arte, su posición en relaciones de poder, su representación en pantalla y el legado que se construye conforme se abren oportunidades de igualdad y paridad de género.
Debido a la pandemia, el estreno comercial de la película se pospuso para el primer trimestre de 2021, sin embargo, este 1º de diciembre se presentará en Cinépolis Centro Morelia, con fin de celebrar el 5º aniversario de CUÓRUM. Uno de los principales objetivos del festival es insistir en la representación digna de las mujeres como objeto y sujeto narrativo, por ello nos sentimos profundamente honradxs de contar con la presencia de ambas realizadoras, quienes han puesto el nombre del cine mexicano en alto, trascendiendo y desmintiendo los prejuicios misóginos y machistas a los que se busca arrinconar a las mujeres cineastas.
I. Sororidad subyacente
Ambas realizadoras coinciden en una de las películas que les hizo desear dedicarse al cine: El piano de Jane Campion. A pesar de que fue muy difícil conseguirla, ya que era menor de edad cuando se estrenó, Rondero logró conseguirla en VHS; paralelamente Valadez conectaría con la fuerza, complejidad y autenticidad de las protagonistas, al poco tiempo descubriría que cuando veía personajes femeninos que llamaban su atención, eran películas dirigidas por mujeres.
Años después, ambas comenzarían a colaborar tomando dos aspectos de esta obra como referente: la unicidad e intensidad de la temática, y la sensibilidad visual y humana: “Todavía tenemos una sensibilidad distinta hombres y mujeres y esto es una cuestión cultural, no creo que sea una cosa de nuestras naturalezas esenciales, conforme las diferencias entre los géneros se vayan reduciendo y disminuyendo esto va a ser distinto”, declara Valadez. Concordando, Rondero habla sobre cómo hay una mirada femenina que opera en la verosimilitud de las historias donde una mujer dirige a personajes femeninos: “Tienen retos que son sentidos por una misma, elementos de las batallas que hemos librado, las preocupaciones que tenemos, las inseguridades.”
Todavía tenemos una sensibilidad distinta hombres y mujeres y esto es una cuestión cultural
Fernanda Valadez
Ambas estudiaron cine, Valadez en el CCC y Rondero en el CUEC, hoy ENAC. Fue en esos tiempos que realizaron el cortometraje Aguas Quietas, que da nombre a su compañía productora, Enaguas Cine, dentro de la cual han realizado la ópera prima Los días más oscuros de nosotras y su más reciente película Sin señas particulares, ambas apoyadas por financiamiento de FOPROCINE. Desde el inicio, Enaguas ha tenido una visión de sororidad en cuanto a colaborar con mujeres para contar historias protagonizadas por mujeres, ya sea una arquitecta regresando a su pasado, o una madre en búsqueda de su hijo desaparecido.
Valadez menciona que aunque entonces no había aún una claridad sobre cómo el apoyar a otras mujeres es una reflexión sobre las relaciones de poder entre los géneros, la sororidad y la resistencia son temáticas que subyacen sus películas “Me parece esencial seguirlo tratando mientras siga habiendo disparidad e inequidad”. Este apoyo se muestra en Los días más oscuros de nosotras a partir de una amistad improbable, a través de la cual se quería explorar la complejidad de las relaciones humanas, pero más que eso “cómo la cercanía, el amor, son lo que trasciende a cualquier otra sensación, situación. Cómo estos personajes que aparentemente no tendrían mucho que ver encuentren un punto de inflexión”, explica Rondero acerca de sus protagonistas: Silvia (Florencia Ríos) y Ana (Sophie Alexander-Katz).
II. El género en Los días más oscuras de nosotras
Silvia es una madre quien, luchando por conseguir la custodia de su hija, busca comprar una casa, símbolo de independencia económica que logra gracias a su trabajo como stripper en las absorbentes noches de Tijuana. Mientras tanto, Ana, la dueña de la casa, regresa a su ciudad natal como arquitecta de una construcción (donde es la única mujer), lo cual invariablemente la lleva a confrontarse con la lejana pero aún dolorosa muerte de su hermana.
“Quise hablar de la complejidad de ser mujer en nuestros tiempos a través de una ciudad tan potente, tan dura, tan cruda, tan ruda y al mismo tiempo tan bella como Tijuana”, menciona la directora quien mantiene con la ciudad una íntima conexión que comenzó al trabajar como script en Norteado (Rigoberto Pérezcano, 2009). Al quedarse unas semanas después de concluir el rodaje, Rondero conoció las contradicciones y bellezas de la región fronteriza, así como sus primeras experiencias de violencia de género más claras, que determinaron la vida de sus personajes, particularmente de Silvia: migrante tanto en San Diego como en Tijuana, dedicada al turismo sexual y divorciada de un estadounidense.
Nosotras somos nuestro mayor capital, inversión e inversionistas
Astrid Rondero
La filmación de la película tuvo muchas necesidades de producción según Valadez: un elenco grande, dos unidades de trabajo durante varias semanas, operatividad compleja, etc. Además de dirigir sus departamentos, el equipo central de la película se ocupaba de cumplir otras funciones: “Astrid: guionista, creadora, patrona y técnica de lavado de baños; yo era productora y de barrido” bromea a la vez que admite que su mayor aprendizaje de la película fue concientizar sus propios prejuicios y miedos de género, sentidos igualmente en sus colegas varones, imaginando que era quizá la primera vez que muchos de ellos trabajaban con un crew en el que las principales cabezas eran mujeres.
Haciendo hincapié en cómo estos retos de género definieron el modo de trabajo en sus producciones, Rondero recalca que el estar involucradas en todos los aspectos de la realización es algo definitorio del cine de mujeres, que le dota una inmersión más autoral: “Nosotras somos nuestro mayor capital, inversión e inversionistas, entonces en realidad estás en todo el proceso porque es la única forma en la cual una película hecha por mujeres jóvenes va a suceder.”
Los días más oscuros de nosotras se realizó en 2017, pocos meses antes de que explotara el movimiento MeToo: “El cine es profundamente político, desde que una está en el acto de filmar hasta la exhibición de la película y cómo es recibida” explica la directora, quien puede ver un claro cambio en cuanto a la recepción del público en estos tres años: “En su momento la reflexión de género parecía ser algo negativo (…) recibí comentarios de que era una película odia-hombres”, menciona Rondero, “Parecía que era una afrenta hacia la masculinidad”, complementa Valadez.
III. Mujeres y poder en el cine
Los personajes masculinos en la película efectivamente acechan, maltratan, sexualizan, subestiman y censuran a las personajes femeninas, así como sucede fuera de la pantalla, incluyendo el mundo cinematográfico. De hecho, ambas realizadoras admiten la película como un espejo de sus experiencias como trabajadoras del cine: “Nos permitía manifestar un poco de estas dificultades que las mujeres tenemos para desenvolvernos en el mundo profesional, que definitivamente irán cambiando conforme se abran más puertas y haya más mujeres en los puestos de poder”, argumenta Rondero, mientras Valadez reflexiona sobre cómo la asimetría de poder respecto al género es algo irresuelto, pero que se puede discutir gracias al arte: “[su función] es traer conversaciones al espacio de lo público, particularmente el cine que opera a través de las emociones.”
Cuando hablan de cine de mujeres ahora lo veo como un cine extremadamente potente, un cine de autor en todos los aspectos, que es además autogestivo
Astrid Rondero
Rondero cuenta que además de desear que las diferencias, barreras y prejuicios de género desaparezcan, a lo largo de los años se ha congratulado en que su cine sea caracterizado como cine de mujeres o cine LGBTQ*: “Es un escaparate que tenemos que agarrar y voltearlo en total favor nuestro. Cuando hablan de cine de mujeres ahora lo veo como un cine extremadamente potente, un cine de autor en todos los aspectos, que es además autogestivo”, menciona la directora quien recalca que estos escaparates deben de seguir existiendo mientras no haya igualdad, puntualizando que la queja contra implementar paridad es injusta porque asume, en lugar de cuestionar, que ganan ‘los mejores’: “Los estándares por los cuales se miden a los hombres y a las mujeres son muy distintos (…) a las mujeres se nos pide tener la plana de dieces en todo, y además vernos bien y andar en tacones y pintadas, son tantas casillas las que tenemos que palomear.”
Valadez nota esta disparidad en su experiencia como jurado, profesora y alumna de cine: “Hay un prejuicio cultural que tenemos incluso dentro de nosotras mismas de creer que el talentoso, el promisorio, generalmente es un varón, las mujeres siempre están bajo sospecha”, entonces la productora resalta la importancia de no sólo insistir en ser involucradas en los campos laborales, sino de impedir que la disparidad que permite esta discrimación tan siquiera opere: “Los prejuicios van en nuestra contra y todavía son filtros. Tenemos más y mayores filtros que nuestros compañeros varones, pero eso en caso nuestro creo que ha sido positivo, porque nos hace más resilientes, más necias.”
Es así que ambas cineastas coinciden en la importancia de dar más oportunidades a mujeres, no sólo por la paridad laboral, sino también por el desarrollo del cine mismo: “Generalmente una mujer directora va a traer a otras mujeres a otros puestos, y cuando estas mujeres se profesionalicen van a hacer más películas y así empiezas a tener una industria cinematográfica”, menciona Rondero quien ejemplifica con el departamento de fotografía, en el cual ve un aumento de presencia femenina, así como con el grupo Amazonas Eléctricas, equipo mexicano de iluminación y tramoya conformado únicamente por mujeres. Por su parte, Valadez nota los efectos de la representación femenina no sólo detrás de cámara, sino también en la pantalla: “Tiene ese mismo poder de cambiar y modificar los valores que son el estándar todavía en la sociedad, incluso para las mujeres mismas.”
IV. Herencias
Hay un prejuicio cultural que tenemos incluso dentro de nosotras mismas de creer que el talentoso, el promisorio, generalmente es un varón, las mujeres siempre están bajo sospecha
Fernanda Valadez
La lucha por la igualdad de género ha sido larga y minada por decepciones, dolores e injusticias. Particularmente en el cine se puede hablar de Matilde Landeta y Alice Guy, (presuntamente primera cineasta de México y primera cineasta del mundo respectivamente), ambas renegadas por la historia por demasiado tiempo, directoras a quienes en su momento se les buscó arrebatar hasta la autoría de sus obras. Rondero reconoce que el simple hecho de que Los días más oscuros de nosotras haya visto la luz tiene que ver con un amplio legado de mujeres, en lo cual ahonda Valadez recalcando que esta reivindicación no ha sido sólo herencia del arte, sino también de luchas políticas y económicas.
Pensando en las nuevas generaciones de realizadores, estudiantes o aspirantes de cine, Rondero relata: “Yo tuve una familia en la que éramos puras niñas y mi abuela era pianista, entonces de chica siempre nos dijeron que lo que quisiéramos lo podíamos tomar, pero conforme fui haciéndome más adulta me di cuenta que a las niñas no se les recuerda que el mundo es suyo para tomarlo y que va a tomar esfuerzo, necedad, convicción, pero que si te empeñas lo logras.” Mientras tanto, Valadez al recordar su infancia habla sobre su mamá: “Es una mujer muy brillante, ha hecho lo que ha querido de su vida. Creo que tuvo más limitaciones en comparación a las mías, la diferencia es que yo la tuve a ella de madre”, demostrando que el empoderamiento femenino puede ser una cascada. Otra poderosa prueba de esto es la representación de las personajes femeninas de Los días más oscuros de nosotras, que han mantenido la vigencia de la historia e incentivado a reflexiones cada vez más politizadas.
Tanto Rondero como Valadez concuerdan en que los pasos que se han dado a favor de la reivindicación de la mujer han venido desde las mujeres mismas: cuando se decide dar oportunidades a otras mujeres, cuando se confronta el machismo interiorizado, cuando se lleva la dignidad de género al plano de la representación cultural. La directora recuerda su generación de la universidad, donde todavía había solamente 4 lugares para estudiantes mujeres, bajo el falaz precepto de que no muchas ameritaban la oportunidad: “En algún momento se dijo de regla que fuera por lo menos la mitad. Esa actitud benefició al cine mexicano de una manera tremenda.”
A las niñas no se les recuerda que el mundo es suyo para tomarlo y que va a tomar esfuerzo, necedad, convicción, pero que si te empeñas lo logras
Astrid Rondero
Escuchar a Rondero y Valadez es estimulante, son mujeres lúcidas de conversaciones complejas. La honestidad y apertura de sus reflexiones se mantiene por una respetuosa comunicación que encaja con el espíritu colaborativo con el que realizan cine. Me hace sentir que la reivindicación de la mujer, aunque sea un esfuerzo paulatino, es algo presente, vivo, y un pilar de trabajo en mujeres como ellas, como Campion, Landeta y Guy, un diálogo intergeneracional y multidireccional que finalmente tiene efectos tanto en la profesionalización de la mujer en el cine, como en la dignidad de su representación. Me siento contagiada con su pasión aguerrida y determinada.
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Imágenes: IMDb, Amazonas Eléctricas, El Universal