#LosCabos9 El mundo es demasiado cruel con las niñas: “Shirley”

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Por: Patricia Ríos

#LosCabos9 le dedicó su retrospectiva al trabajo de Josephine Decker que incluye Me the Terrible (2012), Butter on the Latch (2013), Thou Wast Mild and Lovely (2014) y Madeline’s Madeline (2018). Esta edición clausuró con su último filme, Shirley, en la que retrata el proceso creativo de la escritora Shirley Jackson para su novela “Hangsaman.”

Josephine Decker y Elisabeth Moss en Sundance

Las películas de Josephine Decker son hipersensoriales. Mostrando siempre la complejidad humana, sus personajes viven desde la piel estas historias de locura, malicia, erotismo y ternura, que infunden miedo a la vez que placer. Con narrativas que desobedecen maravillosamente la linealidad del tiempo, la directora suele retratar mujeres en un mundo de turbulenta confusión e idílico contento, concentrándose en sus sexualidades, mentes, amistades. Manteniendo este estilo, presenta su último filme, Shirley, una ficción sobre el proceso creativo de la escritora Shirley Jackson para su novela “Hangsaman”. 

Con un reparto estelar liderado por Elisabeth Moss y con la coproducción de Martin Scorsese, Decker presenta su narrativa más convencional hasta ahora, aunque no por ello arriesgando su originalidad artística, sino más bien ampliando los tenores de un cine más masivo, como bien lo expresa el crítico Richard Brody. Esta ocasión, lleva a la pantalla el guion de Sarah Gubbins que es a su vez adaptación del libro homólogo de Susan Scarf Merrell, el cual, en lugar de presentar una biografía veraz de la escritora de horror, imagina una relación entre ella y una mujer que la acompaña en su acercamiento a la protagonista de su historia.

Rose (Odessa Young) y Fred (Logan Lerman) viajan en tren para encontrarse con el crítico literario Stanley Hyman (Michael Stuhlbarg), nuevo jefe de Fred en la Universidad de Bennington, quien, amablemente, invitó a la joven pareja a vivir en su residencia mientras encuentran un hogar propio. Perpleja y sonriente, Rose baja su copia de The New Yorker, “La lapidan, Fred. Todo el pueblo. Hasta sus propios hijos la lapidan”. Le revela a su esposo el escalofriante desenlace de “La lotería” de Shirley Jackson, la aclamada escritora quien es también esposa de Hyman.

Decker suele retratar mujeres en un mundo de turbulenta confusión e idílico contento, concentrándose en sus sexualidades, mentes, amistades

Fotograma de Shirley

La primera impresión que tenemos de Shirley es la de una mujer de brillante inteligencia pero sombría atracción. Rodeada (o más bien, ahogada) por un grupo de personas, todo va bien hasta que le preguntan por su siguiente proyecto. Molesta, decide retirarse a su soledad cuando es interrumpida por Rose, quien, recién llegada, busca presentarse y expresarle su admiración. Este detonador delata para el resto de la película las mordaces contradicciones de la escritora: disfruta transgredir los límites de la gente, pero posteriormente lo resiente hasta la náusea; se drena por interacciones sociales pero ansía apoyo externo; busca independencia creativa pero se encuentra desprovista de estabilidad.

Por su parte, Rose es introducida como una mujer en control de su sexualidad y emociones. Al insertarse en la cotidianidad de sus anfitriones, sin embargo, se encuentra con el hiriente repudio de Jackson, quien la considera una intromisión a su extremadamente introvertida vida, así como con la encomienda de las labores domésticas por parte de Hyman, quien no pierde oportunidad para tocarla o besarla. Esto es sólo el inicio de su mundo desmoronándose. Eventualmente, debe suspender sus estudios debido a su embarazo (aunque se mantiene al corriente de todos los libros propuestos en clase), mientras, poco a poco, va perdiendo conexión con su esposo, quien la ignora hasta llegada la noche.

La relación entre ambas protagonistas es distante y cruel hasta que Shirley, también bruja herbolaria, descubre en las cartas del tarot que Rose es el medio para comprender a la inspiración de su novela: Paula Jean Welden, una joven universitaria de Bennington que en 1946 desaparece en las montañas. Desde entonces la relación entre ambas se vuelve cada vez más estrecha, cariñosa y confesional (no por ello perfecta), mientras que la separación entre los roles de género, tan presente también en “La lotería”, se mantiene clara y binaria: mientras el hombre puede beber, estudiar y conceder permisos, la mujer cocina, trae el café y se queda en casa.

En esta película los hombres interactúan activamente en la opresión de la mujer a través de una complicidad fraternal disfrazada de indulgencia

Fotograma de Shirley

A pesar de a ratos distraerse con la competitividad tramposa y advenediza de la academia, en esta película los hombres interactúan activamente en la opresión de la mujer a través de una complicidad fraternal disfrazada de indulgencia. Esta relación de poder se vuelve cada vez más cruel en Hyman, quien manipula (¿intencional o accidentalmente?) los sentimientos de Shirley para que ella, desde sí misma, dude poder lograr algo grandioso; se nota también en la forma en la que subestima la invisibilidad de víctimas como Welden, o en cómo humilla la inteligencia de Rose a la vez que le acaricia la espalda. Fred sigue los pasos de su mentor al procurar alejar a su esposa de su nueva amistad: “Las mujeres como Shirley no tienen amigas”, le advierte severamente, asumiendo superioridad epistémica y moral.

Mientras tanto, Rose y Shirley se acompañan en la profundización de sus luchas internas. Un ejemplo son los lúgubres consuelos de la escritora respecto a los dilemas de la joven sobre la maternidad sorpresiva: “Recemos por un niño. El mundo es demasiado cruel con las niñas”, aunque estas luchas son quizá mejor representadas en Shirley, particularmente cuando decide salir de su casa por primera vez en meses: compra ropa nueva a pesar del hiriente escrutinio que se autoinflige por su imagen corporal, para finalmente llegar a la fiesta del decano, donde debe presenciar no sólo a su esposo coqueteando con sus amantes, sino también la superficialidad ridícula y absurda de la sociedad que elude. Durante todo este proceso Rose la sostiene literal y metafóricamente.

Es así que más allá de la biografía de una escritora, Shirley nos presenta el patriarcado cotidiano y exploraciones de la experiencia femenina. Ambientada en los 1950’s, existen ecos terribles con la actualidad, entre los que destaca la violencia de género en instituciones académicas y el repugnante silencio al que se les quiere arrinconar a las víctimas; sin embargo, la conversación que mantienen Shirley y Rose, entre ellas y con Paula Jean, permite entablar un diálogo intergeneracional sobre cómo combatir esta realidad: desde revelar historias invisibles hasta rebelarse contra el estereotipo de “la esposita.”

Más allá de la biografía de una escritora, Shirley nos presenta el patriarcado cotidiano y exploraciones de la experiencia femenina

Fotograma de Shirley

Con Shirley, Decker demuestra una vez más su versatilidad para llevar su muy particular punto de vista a diferentes escenarios. Sea el campo, el auditorio de una secundaria o el estudio de una escritora, la directora logra una atmósfera emotiva acechada por lo malévolo, donde conviven personajes femeninos ágiles, brillantes y atormentados. En una película que disfruta de las palabras, el sonido de cáustico y frío metal se acompaña de una fotografía que con poca profundidad de campo, cambios de foco y reflejos, juega con lo que puede ser o no ser, sumergiéndonos en un océano de paranoia y depresión que habla tanto de la habilidad de Decker como la de Jackson, de explorar lo escalofriante del ser humano, sin temer adentrarse en la perversidad, el vértigo, la náusea y la atracción al abismo.

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#LosCabos9

Imágenes: IMDb

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