Las relaciones de poder más allá del incesto: Entrevista a Santiago Celorio

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Por: Patricia Ríos

Santiago Celorio es un director de cine mexicano, egresado con honores como parte de la primera generación del CCC que obtuvo el título de licenciatura. Su cortometraje Un Juego ha llamado la atención gracias a la valentía de su propuesta temática; fue seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2016, y participó este año en el programa “Cuerpos, juegos y territorios” curado por el Programa de Diversidad Sexual + de Morelia para XPOSED. Tuvimos la fortuna de platicar con él sobre su trayectoria personal y sus motivaciones para su cortometraje donde aborda la pubertad como un momento definitorio del ser humano.

En la historia de Un Juego, un personaje explora su sexualidad sobrepasando los límites sociales preestablecidos de la convivencia entre dos hermanos, teniendo como centro la ruptura; pero ésta no acaba de aparecer en su vida, sino que ha sido la motivación inicial para dedicarse al cine: “Cuando era niño censuraban la mayor parte de las cosas que veía. Crecí en una familia del Opus Dei entonces no me dejaban ver cosas en las que había mucha violencia, desnudos; me tenía que tapar los ojos. Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003) fue la primera película que vi en la que había una violencia explícita, y creo que hice catarsis de alguna manera. Mi ser adolescente conflictuado dijo ‘yo quiero hacer esto’”.

“No  conocemos la sexualidad, nos da miedo, preferimos no hablar de ello o pensar que no existe”. 

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A partir de entonces Santiago ha experimentado la ruptura de muchas maneras, particularmente desde su adolescencia, cuando comenzó a cuestionarse su identidad en función a su familia, religión y sexualidad: “Para mí fue un momento en el que a partir de la sexualidad empecé a tener muchos conflictos con mi cuerpo, con cómo lo percibía y también con la religión. Fue justo en la etapa en la que tenía un descubrimiento sexual cuando dejé que creer en Dios y me alejé de la Iglesia y de muchas de las costumbres de mi familia, ni siquiera por descubrirme como homosexual, eso fue un proceso mucho posterior”.

El director profundiza al reflexionar sobre sus lazos personales con su cortometraje: “La relevancia de Un Juego es que el personaje siente esta ruptura a través del juego para darse cuenta de que puede sentir tanto placer como dolor, y ejercerlo. Creo que fue así como yo entré al mundo sexual, me di cuenta de que vivía en una burbuja que se había reventado y sentí mucha soledad y aislamiento.”

“Una persona cercana a mí me comentó una experiencia parecida a la de esta historia y en ese momento me hizo click y pensé tengo que hablar de esto’”.

Desde el inicio el entonces estudiante reconoció los retos de su proyecto, comenzando con los tabúes sociales que velan, antes que nada, la sexualidad infantil: “Creo que más que afectarle a los infantes o adolescentes nos perturba más a los adultos. No la conocemos, nos da miedo, preferimos no hablar de ello o pensar que no existe, siempre es mucho más fácil pensarlo de esa forma. Entonces lo primero que tuve que hacer fue enfrentar mi propia ignorancia y tabúes y realmente entrarle al tema de cómo es la sexualidad en la infancia, en la adolescencia”, confiesa el director quien ha construido su cortometraje con base en una profunda y apasionada investigación psicológica.

Su acercamiento a estos temas partió de sesiones con un psicoanalista, así como investigación sobre violencia intrafamiliar, incesto y primeras experiencias sexuales, con lo cual tuvo una fuerte base teórica para comenzar a formular el tratamiento que llevaría a cabo con su equipo, sin embargo, lo fundamental para la historia fue el recabar historias que personas cercanas le confiaban: “Tú puedes leer un tratado psicológico, pero es diferente cuando alguien te platica cómo lo vivió. Así comenzó. Una persona cercana a mí me comentó una experiencia parecida a ésta y en ese momento me hizo click y pensé ‘tengo que hablar de esto’”.

“Cuando se tiene un acercamiento mucho más inteligente y sensible al incesto se puede entender la complejidad sin fomentarlo ni condenarlo ni satanizarlo.”

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Emanuel Calderón, Rodolfo Lattanzio y Santiago Celorio durante el rodaje. Fuente: Facebook

En sus investigaciones Santiago comprendió que el incesto comenzó siendo un tabú por razones biológicas que con el paso del tiempo se asentaron como transgresiones sociales: “Históricamente el tabú del incesto tiene una función de preservar la salud de la especie. Lo interesante es que cuando la sexualidad evoluciona en el ser humano y deja de tener una carga evolutiva, más bien afectiva, empieza a haber una vinculación con otro tipo de contradicciones entre la moral social y las pulsaciones naturales del ser humano, y con naturales no me refiero a que no sean dañinas, sino a que son pulsaciones que surgen de la propia psique del ser humano. Yo siento que era algo de lo que me interesaba hablar porque dentro del cariño, las confusiones, odio, satisfacción que tienen las relaciones familiares hay ciertos espacios donde se dan estas experimentaciones sexuales.”

El incesto ha sido investigado por diversas disciplinas, desde diferentes ángulos. Sigmund Freud en su libro “Tótem y Tabú” encuentra las raíces socio-históricas de su connotación como tabú en la transición de las culturas primitivas a la exogamia. Del mismo modo, Santiago Celorio trató el incesto como un fenómeno social, envuelto en nociones morales preexistentes que combinan tanto la psicología como la biología, exponiéndolo no como un hecho de una maldad inherente y un castigo divino, sino como una categoría con una fuerte carga social e histórica, dentro del contexto de la exploración sexual en un ambiente de cercanía fraternal.

Para el director, sin embargo, era importante que la relación entre sus dos personajes fuera sutil. Comenta que cuando algunas personas interpretan que los dos niños son amigos, no trata de disuadirlos porque considera que lo importante es la cercanía fraternal entre los personajes, sin importar su relación, y el quiebre resultante: “El problema es que es particularmente fuerte la ruptura que siente el individuo con la sociedad cuando descubre que ha cometido incesto porque sigue siendo un castigo social muy fuerte. Hasta la fecha yo creo que se sigue pensando que las personas que cometen acciones de incesto lo hacen porque intrínsecamente están enfermas de alguna forma y creo que es una percepción muy dañina. Creo que cuando se tiene un acercamiento mucho más inteligente y sensible al incesto se puede entender la complejidad sin fomentarlo ni condenarlo ni satanizarlo.”

Creo que para los niños cuando viven estas experiencias a través de una pantalla, en un ambiente donde no se sataniza, sino que se entiende la complejidad de estas situaciones, terminan siendo pasajeras”. 

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Santiago Celorio en XPOSED. Crédito: Patricia Ríos

El siguiente paso fue encontrar a dos actores cuyos padres estuvieran dispuestos a dejarlos participar en un trabajo con estas temáticas. Durante sus investigaciones Santiago descubrió que la educación sexual junto con el contexto familiar eran claves para el acercamiento a sus actores: “Lo primero que había que hacer era hablar claramente con los padres sobre todo lo que se quería hacer y cómo. Yo les preguntaba cómo es la educación sexual con sus hijos. En caso del papá de Rodolfo, mi protagonista, me dijo que tenía una comunicación muy abierta con él, que podía hablar lo que sea de una manera directa, y así lo hice con él. En el caso de Emanuel, los padres estaban de acuerdo con la temática y la metodología que quería usar, pero me dijeron que si no me preguntaba nada no le comentara, y así lo hice.” Muchos padres que entrevistó se negaron a participar en el proyecto. Pese a esto, el trabajo con estos dos jóvenes actores resultó muy positivo gracias a que rápidamente generaron un lazo de confianza entre ellos y el equipo, fomentando el ambiente de diversión que se ve tan natural en el cortometraje.

Ya que la metodología estaba definida y los actores seleccionados, Santiago comenzó su filmación. Para su dirección actoral consideró pertinente hablar con Rodolfo y Emanuel con los nombres de sus personajes para que mantuvieran cierta distancia de ellos y pudieran entrar y salir de escena sin repercusiones dañinas. Gracias a ejercicios de respiración y movimiento el director cuido a sus actores para que no arrastraran el dramatismo del cortometraje a sus vidas personales. Con Rodolfo se le hablaba directamente de las intenciones de su personaje Fernando, de su relación con su hermano y sentimientos tanto de placer como de culpa, mientras que con Emanuel fue diferente, sin que hubiera información de carácter sexual.

“Siento que hay un choque muy grande porque entonces las categorías binarias-heterosexuales-patriarcales de hace doscientos años ahora están en decadencia, afortunadamente”. 

En el estreno del cortometraje, Emanuel trajo a dos amigas, lo cual hizo que Santiago se preguntara cómo reaccionarían al producto final: “Llegaron las amigas, lo vieron y más bien lo que pasó es que se reían en la sala. Les preguntabas cómo se la habían pasado y te respondían que muy bien. Para ellos, fue una cosa de mira qué hacen los personajes.” Lo mismo se percibió en su estreno en Yucatán, al cual asistieron treinta niños debido a que era una función gratuita: “Creo que para los niños cuando viven estas experiencias a través de una pantalla, en un ambiente donde no se sataniza, sino que se entiende la complejidad de estas situaciones, terminan siendo pasajeras en algunos casos. En casos de abuso, en casos traumáticos es otra cosa, pero en caso de exploración mutua son cosas que inclusive la gente ni se acuerda por la irrelevancia.”

Respecto a la reacción tan positiva tanto de niños como de adultos, el director concluye que no hay un bien y un mal intrínseco al ser humano, sino categorías construidas socialmente que se perpetúan en el tiempo: “Creo que el individuo se ha desarrollado a tal punto que ciertas categorías ya no corresponden a la complejidad de las relaciones humanas y de la identidad de nuestra modernidad. Siento que hay un choque muy grande porque entonces tienes personas que operan en categorías binarias-heterosexuales-patriarcales que tenían mucho sentido hace doscientos años, a pesar de ser grandes tragedias humanitarias, y que ahorita están en decadencia, afortunadamente”.

“Es importante que se hagan este tipo de programas, que más que queers son humanos y espero que a estas plataformas lleguen visiones humanitarias de los derechos LGBTIQ+”.

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Santiago Celorio y Bartholomew Sammut en Xposed

Con ideales utópicos, el joven director reconoce en la sociedad mexicana impedimentos para la aceptación de sexualidades que han sido consideradas como alternativas, particularmente en el machismo, el cual pesa sobre los individuos de manera violenta alrededor del ejercicio del poder, la manera en la que se mantiene así como el miedo a perderlo y la aceptación de la vulnerabilidad: “Creo que el machismo hace que los encuentros homosexuales sean complicados, los lésbicos no son bien vistos. De alguna manera el machismo se beneficia de binomios, de la polaridad de los sexos para establecer jerarquías, para el machismo la homosexualidad cuestiona lo que se percibe acerca del género”. Del mismo modo, Santiago encuentra un reto en la manera en la que México vive la religión católica, en función a su relación con el sentimiento de culpa: “La culpa como mecanismo social preserva sociedades. Sentir culpa por algo que daña la sociedad es un sentimiento muy loable, sin embargo, el problema es cuando los estereotipos y categorías de lo que dañino están muy viciados se comienza a sentir una culpa crónica por algo que en realidad no daña ni perpetua daños en la sociedad.

Santiago se mostró en todo momento preocupado por la abolición de categorías predeterminadas y no críticas de sí mismas. Asumiendo su trabajo como una historia de diversidad sexual, mencionó: “Creo que la categoría de ‘enfermo’, ‘incesto’, ‘homosexual’, suelen tener connotaciones que impiden que la gente se relacione a estos temas en la complejidad humana que tienen.” Declaró que su interés principal en éste y sus proyectos futuros es la confrontación de la ignorancia, de los tabúes, de los estigmas, trascendiendo incluso el tema de la sexualidad, en pos de una sociedad más consciente: “Me apasiona pensar que como sociedad somos cada vez más capaces de construir creativamente nuestra realidad, porque siento que muchas veces estamos predeterminados a pensar que la manera en la que concebimos la realidad es una serie de leyes dadas. Mi trabajo, quiero que esté orientado a ver la complejidad de las situaciones, y reconocer que la percepción que tenemos de la realidad es una co-construcción creativa, en la que nuestra lengua, prejuicios, mentalidad, historia, influencian cómo percibimos, interpretamos los sucesos a nuestro alrededor. Estar consciente de eso es la herramienta más poderosa de cambio que pueda existir.”

“Me apasiona pensar que como sociedad somos cada vez más capaces de construir creativamente nuestra realidad. Quiero que mi trabajo esté orientado a ver la complejidad de las situaciones. Estar consciente de eso es la herramienta más poderosa de cambio”. 

Es por estos ideales e ilusiones que Santiago se admitió feliz por haber participado en un festival como XPOSED: “Es un programa muy humano, algo que le aplaudo mucho. En ese sentido la apropiación de lo queer está muy bien representado porque creo que realmente se habla de la humanidad a partir de sus diferentes facetas de expresión, en su complejidad. Creo que más que un programa queer es un programa humano. Es conmovedor ver lo que sucede en las pantallas, a través de muchos cortometrajes. Eso lo celebro mucho, es una visión cada vez más holística acerca del placer, inseguridad, miedo, soledad. Estoy contento de estar aquí. Creo que es importante que se hagan este tipo de programas y espero que a estas plataformas lleguen visiones humanitarias de los derechos LGBTIQ+, lleguen a apoyar otros lugares donde hay crisis en el S. XXI.”

El Programa de Diversidad Sexual + de Morelia reconoce el talento de un joven director mexicano de mente y corazón abiertas a la abolición de prejuicios y violencia partiendo (pero yendo más allá) de la diversidad sexual. A través de Un juego, se atrevió a pararse en lugares donde nadie quiere hacerlo para abordar la adolescencia como ese lugar de la indiferencia, en el sentido de que todo es lo mismo pero también de la fragilidad. Es en esa etapa donde se generará lo que el ser humano como adulto va a construir. En las relaciones de poder de este juego encadenado, surgirá una herida a través del incesto visto como la expulsión del paraíso. Celorio pone el dedo en la llaga y logra en este íntimo y humano reflejo, una reflexión encaminada a sanar una herida y poner atención en una etapa del ser humano que hay que atender. Le deseamos lo mejor en esta nueva etapa de su vida en la que estudiará su maestría en cine documental en Frankfurt, Alemania manteniendo su visión como mexicano, su pensamiento crítico-psicológico y sus fuertes ideales en alto.

Fuente: Researchgate

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