El camino de la unión: 40 años de orgullo LGBT+ en México

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“Han sido cuarenta años en los que se ha consolidado la fuerza y unión de una comunidad que busca reconocimiento, aceptación, inclusión, visibilidad.”

Era julio de 1975. Carlos Monsiváis estaba a cargo de la revista Siempre cuando se arriesgó a publicar en sus páginas el Manifiesto Gay “Contra la práctica del ciudadano como Botín Policiaco“, firmado por Juan Rulfo, José Revueltas, Elena Poniatowska, Salvador Elizondo, Jorge Ayala Blanco, Nancy Cárdenas y el mismo Monsiváis, entre muchos otros intelectuales. Tres años después, conmemorando también a los estudiantes masacrados en Tlatelolco, se organizaba la primera Marcha del Orgullo en la Ciudad de México.

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Créditos: Patricia Ríos

El Manifiesto seguía el camino de la marcha en Stonewall, Nueva York, de 1970, la cual denunciaba tanto la discriminación contra la comunidad LGBT+ como la violencia policiaca, demandando poner fin a la criminalización de la sexualidad: “Si ninguna aprehensión ilegal se justifica, muchos menos puede aceptarse la continuidad exacerbada de la práctica de encarcelar a quienes no cometen delito alguno pero a quienes se les supone -generalmente con fines de chantaje inmediato- una determinada opción sexual. En México, la homosexualidad no constituye delito cuando se da en privado y entre adultos consensuales. De ahí se deriva que es posible acusar a una persona de violación o corrupción, mas no de ser homosexual, como no se le puede “acusar” de ser rubio, alto, zurdo o guapo, condiciones tal vez menos frecuentes que la de homosexual.” se lee en el Manifiesto mexicano.

En su cuadragésimo año, la Marcha en México ha logrado no ser cuestión únicamente de intelectuales pero todavía de denuncia, demanda, de orgullo de nuestra diversidad de identidad de género y orientación sexual. Han sido cuarenta años en los que se ha consolidado la fuerza y unión de una comunidad que busca reconocimiento, aceptación, inclusión, visibilidad. Un evento donde lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros, queer, intersexuales, asexuales, travestis y aliados pueden salir a las calles a demostrar todo lo que México es, trascendiendo el odio y los prejuicios.

“… los triunfos de México, en el futbol y en la tolerancia. Indiscriminadamente, todos cabían en un mismo espacio y la fiesta no escaseó en ningún rincón del centro histórico. Las personas se unieron al orgullo”

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Crédito: Frida Bárbara Monjarás

Personas caminando por la avenida Reforma en la capital mexicana. Diferentes banderas ondeando. Camisetas con mensajes de aceptación. Pancartas denunciando justicia y respeto. Hombres travestidos. Mujeres al frente. Amantes de la mano. Sobrevivientes de un país que reprimió y reprime, pero del que continúa surgiendo ese sentimiento de satisfacción de ser uno mismo en la infinita lucha por la identidad.

Hubo expectativa no exenta de miedo. La Selección Nacional acababa de ganar el partido contra Corea del Sur. Aficionados irían al Ángel de la Independencia, donde también comenzaría la Marcha. ¿Cómo reaccionaría el México del Siglo XXI, aún marcado por la fobia a la diversidad, ante la coalición de estas realidades distintas? Los sorpresivos y gratos sucesos marcaron el inicio de un nuevo orgullo. Juntos, ambos grupos caminaron por las mismas calles celebrando algo en común: los triunfos de México, en el futbol y en la tolerancia. Indiscriminadamente, todos cabían en un mismo espacio y la fiesta no escaseó en ningún rincón del Centro Histórico. Las personas se unieron al orgullo de ser, el orgullo de ganar.

“Magníficos personajes caracterizados con empeño posaban para la cámara de admiradores naturales. Contingentes bailando como si nadie más existiera, como si el tiempo no se acabara.”

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Crédito: Patricia Ríos

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Crédito: Frida Bárbara Monjarás

Magníficos personajes caracterizados con empeño posaban para la cámara de admiradores naturales. Contingentes bailando como si nadie más existiera, como si el tiempo no se acabara. Embajadas, defensores de derechos humanos, ONGs, funcionarios públicos, universidades. El Coro Gay de la Ciudad de México presentando su mejor repertorio. Representantes muxes desfilando dignamente con atuendos de su región. Niños y niñas en carriolas. Familias haciéndose presentes como un logro que hasta hace algunos años parecía imposible.

A cuarenta años de la primera Marcha, si bien ser joven (gay y estudiante) sigue siendo un estigma, el evento resultó también ser un desfile de fuerza de identidad. Una mujer mostraba un letrero que decía que era madre orgullosa de un miembro de la comunidad LGBT+. Una pareja gay se tomaba de la mano mientras que con la otra sostenían un cartel con la consigna “It gets better, Mexico”. Drags caminaron libremente presumiendo sus maquillajes de diamantina y sus disfraces de pavo reales, fetiches y estrellas pop. Mujeres que se asumen como personas y nunca más como objetos. Nadie fue juzgado, sino reconocido por lo que son.

En esta marcha cada letra del acrónimo LGBT+ se hizo uno. A pesar de que abundaban las diferentes manifestaciones de identidades de género y orientaciones sexuales, México triunfó al doble, unido en una misma ciudad donde se pudo celebrar con autenticidad, tolerancia, fortaleza y sin miedos, todo lo que es.

El equipo del Programa Diversidad Sexual + estuvo presente en esta celebración para ser parte del arcoíris resplandeciente de la diversidad. Cada paso desde la Diana hasta el Zócalo fue dado con seguridad de formar parte de una comunidad fuerte en el combate contra la violencia, la discriminación y el rechazo. El paso por el Hemiciclo a Juárez representó simbólicamente que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. La parada frente al Museo de Memoria y Tolerancia concordó con el ideal de que la libertad de expresión, de construcción de identidad, de la destrucción del estigma de las sexualidades no heteronormativas son el camino a una sociedad sana e inclusiva.

México es un país con heridas abiertas y aún sangrantes. Falta mucho para ser una sociedad realmente inclusiva, pacífica, en la cual se reconozca la diversidad sexual. Según recientes encuestas, 6 de cada 10 mexicanos están en contra del matrimonio igualitario. México es el segundo país del mundo (después de Brasil) con más crímenes por homofobia, particularmente asesinatos a mujeres trans. Organismos de Derechos Humanos calculan que en México 84.3% de los hombres homosexuales han sufrido violación sexual, mientras que el 61.1% de mujeres bisexuales ha sido víctima por lo menos alguna vez de violencia, acoso o violación. Para las personas lesbianas no hay recuentos sistemáticos de agresiones.

“A cuarenta años de la primera Marcha, si bien ser joven (gay y estudiante) sigue siendo un estigma, el evento es también un desfile de fuerza de identidad.”

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Crédito: Frida Bárbara Monjarás

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Crédito: Patricia Ríos

Pero también hay avances: la legalización del matrimonio igualitario en algunos estados de la República Mexicana a partir de 2010: Ciudad de México, Campeche, Chihuahua, Colima, Michoacán, Morelos, Nayarit, Quintana Roo, Puebla, Coahuila, Sonora y Jalisco. Asimismo, las personas transexuales tienen derecho a solicitar que sus identificaciones oficiales correspondan con su identidad de género. Las parejas del mismo sexo están facultadas para ejercer la adopción legal, derivado de la posibilidad de contraer matrimonio, derecho que se ejerció por primera vez en 2011 cuando una pareja de mujeres adoptó un niño en la Ciudad de México.

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Crédito: Patricia Ríos

El camino ha sido largo, sin embargo todavía falta mucho por recorrer. Ninguno de los candidatos a la presidencia de México ha planteado una agenda clara para defender los derechos de la comunidad LGBT+. De tal forma se creó la Coalición Mexicana LGBTTTI+, la cual es un esfuerzo de la comunidad civil para establecer problemas de violencia, salud, trabajo, discriminación que enfrentan las personas respecto a su orientación sexual o identidad de género.

Ni los tumultos ni el odio impidieron marchar. Junto con miles de mexicanos y mexicanas el Programa de Diversidad Sexual + participó con orgullo, respaldando el camino hacia una sociedad que celebre la diversidad no sólo en junio, no sólo un sábado, sino siempre. ¡Juntos, más fuertes!

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Crédito: Marec Fritzinger 

Fuentes:

Texto de la Redacción 

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