Entrevista a Eduardo Esquivel por “Lo que no se dice bajo el Sol”

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Lo que no se dice bajo el Sol es el tercer cortometraje de Eduardo Esquivel (Uriel y Jade, 2016) que llegó a Cannes 71 con una función especial del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) en la Semana de la Crítica. Egresado de la carrera de cine de la Universidad de Guadalajara, es parte del colectivo Tardígrada (conocido por proyectos como Aurelia y Pedro, mención especial de la Berlinale en 2016) al que lo invitó a colaborar su colega Omar Robles (Los Desterrados Hijos de Eva, 2017).

La pregunta fue: ¿Qué tanto soy capaz de hablar sobre las mujeres?

En una oportunidad única que tuvimos para platicar con él sobre su corto, nos contó sobre cómo es filmar en Guadalajara y sobre los distintos papeles que ha jugado como miembro de este colectivo, desde realizador a productor y guionista. Explica sus referencias, qué lo motiva, sus obsesiones y la inspiración reciente que ha tenido en artistas como Pedro Lemebel, quien hoy se ha vuelto su principal guía para hacer el cine que quiere, aquel que muestra la diversidad de la humanidad.

El realizador comienza contando sobre cómo inició Lo que no se dice bajo el Sol. De estas inquietudes artísticas como un autor que promete una filmografía que hable sobre las relaciones íntimas familiares como la de madre-hijo, centro de esta historia: “Tengo una fascinación particular cuando escribo ficción de abordar temas femeninos, de encontrar en la relación madre-hija o hijo, de la maternidad, de la edad adulta de la mujer en contextos complejos y al límite. Es algo con lo que crecí y que pude ver”.

El director, después de haberse cuestionado su sensibilidad al universo de mujeres, comenzó el primer tratamiento del guion, que mostraba el reencuentro entre madre e hija en una casa en decadencia. Para ello, trabajó de la mano de una amiga, relación que le hizo descubrir que ambos mundos no eran tan diferentes. “La pregunta fue: ¿Qué tanto soy capaz de hablar sobre las mujeres?

“Algo que ella como actriz me regaló, fue la fe a mi intuición por la historia, por construir este personaje”

Para Ana, el personaje protagónico, contó con la interpretación de Martha Claudia Morena, ganadora del Ariel a Mejor Actriz por Distancias Cortas (Alejandro Guzmán, 2015). “Ella tiene aspectos físicos que se asemejan a los de mi madre, quien inspiró este guion. En Distancias Cortas la vi como un personaje con cierto nivel de complejidad que necesitaba mi personaje. Estaba ese tono de contención, donde las miradas y silencios dicen mucho. Me obsesioné con ella como actriz. Le mandé el guion, lo leyó y aceptó estar en el proyecto.”

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Martha Claudia Morena, ganadora del Ariel a Mejor Actriz por Distancias Cortas

La dirección de actores fue un proceso complejo, pues su actriz radica en la Ciudad de México, mientras que la producción se haría en Guadalajara. Para eso tuvieron que trabajar a distancia. “Algo que ella como actriz me regaló, fue la fe a mi intuición por la historia, por construir este personaje. En conjunto tuvimos el guion como base que fue la historia narrativa pero en el set se construyó otra que fue más difícil.

Una de las dificultades que terminó siendo una sorpresa grata fue que, a partir de la cercanía que la actriz protagónica tiene con su hija, se decidió que también se le incluyera como uno de los personajes secundarios del cortometraje. “No teníamos recursos para filmar. Había un personaje adolescente que era la hija del personaje de Ana. Martha Claudia me preguntó si podía llevar a su hija al rodaje. Fue difícil decir que sí. Hicimos la apuesta y fue acertado. Su relación madre-hija fue llevada a la ficción en realidad y ellas tuvieron la oportunidad de conocerse desde otra cara. Su hija salió de una burbuja que habían construido ellas dos. La filmación fue un viaje muy positivo que nos hizo confiar a todos como equipo.

Lo que no se dice bajo el Sol toca el tema del rechazo cuando Ana no es aceptada por su propia familia. Eduardo cuenta que surgió tras una inquietud por abordar temas que no pueden discutirse en la cotianeidad si no es a través de su trabajo como realizador, y que sus cortos se vuelven esa oportunidad para hacerlo. “Ahora me doy cuenta que a partir de mis cortos, puedo hablar sobre mi propio núcleo familiar. No es lo mismo hablar con mi familia sobre quién soy yo en una cena que a través de mi trabajo. Hay una cuestión de necesidad para tener que demostrar que eres una persona “normal”. Es una palabra injusta para describir algo”. Esta necesidad ha envuelto el proceso creativo de su arte, desde donde logra el entendimiento de sí mismo, con lo que puede hablar con el espectador. “El espectador mismo es mi familia. Mi mamá cree mucho en mí. Me conmueve pensarlo. Tenemos muchas discusiones. Yo estoy en búsqueda de la verdad”.

“El hijo tiene una personalidad femenina que lo hace buscar conectar con el mundo femenino de su madre”

Entrevista a mi madre (2015) fue su primer cortometraje, caracterizado por una tónica experimental donde se relaciona la memoria con lo físico, sobre su búsqueda por entender de dónde viene y hacia donde va. “Es un momento de tensión que un adolescente lleva a su madre para cuestionarla. Es entender de donde vienes aunque la respuesta no se tenga. Pero que sí haya un ejercicio de sensibilización a la burbuja que cada uno vive. El hijo tiene una personalidad femenina que lo hace buscar conectar con el mundo femenino de su madre. Se vuelve una invitación para discutir y entonces descubrir las cosas por las que se viven”.

Para él, su primer cortometraje hace un cuestionamiento de cómo confrontamos con nuestra propia familia. Su principal referencia fue Yo maté a mi madre (Xavier Dolan, 2009). “Fue la raíz de ese corto. Su cine siempre es muy nutritivo. Luego he ido descubriendo el cine de Lucrecia Martel, Pedro Almodóvar, Tsai Ming-Liang, donde se ven esas relaciones cotidianas donde se dice poco pero pasa mucho, François Ozon. Cría Cuervos (Carlos Saura, 1976) también es una referencia importante.”

En Lo que no se dice bajo el Sol vuelve a abordar una relación familiar fracturada pero desde una óptica con más retos narrativos, técnicos y estilísticos e insiste en una inquietud por explorar mujeres en su etapa madura. “Una pregunta constante que me hago y que se volvió punto de partida de este guion fue: ¿qué le estará pasando por la mente a mi madre? Estoy tratando de entenderla.

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Antes de este trabajo, Eduardo Esquivel dirigió un cortometraje documental, Uriel y Jade, sobre un chico que vive en el pueblo conservador de Mezcala, donde se enfrenta a la auto-aceptación de su condición de género. “Es sobre un adolescente que renuncia a una condición de género que lo hacia feliz por una atadura religiosa a la que fue obligado a estar. El personaje vive un maltrato psicológico de pensar que está enfermo. Pero al mismo tiempo vemos la confusión de Uriel que tiene que tomar decisiones difíciles. Uriel es su parte masculina y Jade es la femenina. Es un viaje incierto hacia el descubrimiento.”

En el Diseño de Arte deLo que no se dice bajo el Sol trabajó muy de cerca con su amiga y colega Marianne Cebrián con la que ya había trabajado desde su primer cortometraje: “Marianne estudió diseño de interiores en la misma universidad. Estuvo muy de cerca en el trabajo desde guion desde donde ya imaginábamos el diseño de producción. Algo había de encontrar un look telenovelesco que es con el que la mayoría en México crecemos. Desde entonces teníamos en mente colores pasteles, saturados, lo que buscábamos era que los espacios tuvieran la vida para que la historia se contara. Vimos La Ciénaga (Lucrecia Martel, 2001), Tacones Lejanos (Pedro Almodóvar, 1991), para tener referencias, para el diseño vestuario, maquillaje, para embonar en una congruencia para la historia. Era llegar e intentar rehacer “la casa de la abuela”. Buscar la esencia para expresar la naturalidad de que las cosas envejecen junto a la personas”.

“A nivel estético tuvimos libertad para poder hacer lo que queríamos pero también me tuve que aferrar a muchas obsesiones”

Para la fotografía, Andrea Santiago tuvo la comisión de una cámara viva con la actriz que se conjugó con la intuición de Eduardo. “Hay una cuestión de intuición que le tuve que transmitir. La fotografía al final muestra la narración principal que el espectador va a poder ver y sentir. A nivel estético tuvimos libertad para poder hacer lo que queríamos pero también me tuve que aferrar a muchas obsesiones. Tuve el voto de confianza de ella y de todo el equipo. Nos liberamos de muchos egos y aprendimos a creer uno en el otro. Es muy importante ser horizontales entre todos, desde el de las luces hasta el actor.

Contaron con el apoyo de la Universidad de Guadalajara: “La Universidad nos dio un apoyo en dinero y recursos técnicos como la cámara, los lentes y las luces. Fue un corto que implicaba viaje en carretera, una locación con alberca, coches, animales sedados. Fueron cosas difíciles de pagar. Se financió por nosotros mismos y nuestras familias y amigos. Fue un proyecto estudiantil con fechas que se tenían que respetar y por lo mismo no pudimos iniciar una campaña de crowdfunding. Fue una financiación colectiva familiar.

“Sabemos y entendemos que para una actriz trans es complejo porque no pueden tener un papel de mujer”

Eduardo también funge como productor de Lo que no se dice bajo el Sol, así como en el proyecto de Omar Robles, Los desterrados hijos de Eva el cual fue un gran reto para él pues contó con más de cien extras y una protagonista trans que tenía tres meses de comenzar un tratamiento de hormonas: “Cuando me dijo que Teresa Amor quería que fuera su actriz, tuvimos una confrontación por la situación pero logramos confiar de nuevo. Ha sido el trabajo donde he tenido más confianza. Teresa nos regaló todo, se entregó a la historia. Sabemos y entendemos que para una actriz trans es complejo porque no pueden tener un papel de mujer. Por eso el tema de Una Mujer Fantástica de Sebasitán Lelio es tan importante. Fue entender las obsesiones de Omar y la producción local que estaba haciendo cine”.

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Los Desterrados Hijos de Eva de Omar Robles (FICG)

Los Desterrados Hijos de Eva recibió el apoyo del Premio Maguey del estado de Jalisco, lo cual fue muy importante para un proyecto local que presentaba la historia de una mujer trans en la vida cotidiana. “El corto ha tenido una vida muy buena. Por eso es muy importante que haya espacios como Premio Maguey, como el FICM y el Programa Diversidad Sexual + Morelia, que creen en historias de la humanidad. Fue un gran proyecto que no tiene que ver con el cine de narcos. Fui muy privilegiado por producir este proyecto con este gran colectivo de amigos que es Tardígrada.”

Actualmente Eduardo Esquivel se encuentra levantando un proyecto con Omar Robles que es una continuación sobre el acercamiento a la historia de Uriel y Jade que se titulará Flores de la Noche. Tengo de referencia de cabecera al chileno Pedro Lemebel que tiene toda una tesis del discurso travesti y de la condición del género trans. Fue la semilla que provocó que se reafirmará la necesidad de contar historias relacionadas con la diversidad de género, con el travestimo y el trans. Tiene un Manifiesto Hablo por mi diferencia, donde hay un punto clave que dice: ‘Hay tantos niños que van a nacer con una alita rota y yo quiero que vuelen compañero, que su revolución les dé un pedazo de cielo rojo para que puedan volar.'”

Entrevista por Antonio Harfuch Álvarez

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